4 de noviembre de 2011

Cuento corto I

Amanda movía los labios y de su corazón brotaba la música, era la cantante de ópera más apasionada que se hubiera visto. Hermosa e imponente atraía las miradas de su audiencia, mas nunca sus oídos. A veces una sombra de duda atravesaba sus pensamientos, para después ser apagada por las cálidas notas que recorrían su cuerpo.

Así, cada noche subía al escenario y seguía el ritmo de la orquesta silenciosamente. Amanda era muda, pero cantaba ópera como soprano.