Había una vez un hombre pájaro. Cada mañana, al salir el sol, el hombre pájaro desplegaba sus alas y volaba alrededor de un parquecito, lo bastante lejos para que no lo pudieran atrapar. Por las tardes, se sentaba cerca de una banca, esperando a que alguien le arrojara migajas de pan dulce. Al llegar la noche formaba un nido debajo de algún techo solitario; su existencia era feliz.
Muchos hombres intentaron cazar al hombre pájaro, utilizaban sus mejores armas y construían inmejorables trampas, pero ninguno tuvo éxito; la vida del hombre pájaro era tan hermosa que juró nunca dejarse atrapar. Entonces se unió a la cacería una mujer.
Colocó una gran jaula en el suelo, con mucho esfuerzo. Abrió la puerta y se dirigió al hombre pájaro con una voz dulce y melodiosa:
-Hombre pájaro, entra en mi jaula.
El hombre pájaro descendió, se apretó las alas contra el cuerpo, y entró en la jaula, enamorado.
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Nota del autor/para el autor:
¡Aaaah! Cero constancia y cero voluntad. No prometo escribir más, porque siempre digo lo mismo. Pero espero hacerlo pronto de manera constante, porque tengo muchísimo en mi mente :D. Poco a poco, cuentos chiquitos.