Un cuentito que surgió de una tarde de ocio. Se lo regalo a Davo :), podría ser mil millones de veces mejor, pero el cuento me ha pedido que por favor lo deje modesto, que así está bien.
monocromático ♥
Cuando Chuy era niño, tuvo un sueño. En su visión había una hermosa señorita en un vestido color rosa. La verdad no habría mencionado el color del vestido si no fuera porque Chuy padecía ceguera al color y porque el rosa me encanta.
Usted comprenderá por qué el bueno de Chuy se obsesionó con encontrar a la señorita, en un mundo donde todo lo ves en blanco y negro, el rosa resulta bastante atrayente. MIguel, amigo de Chuy, insistía en que si alguien jamás ha visto colores entonces no puede saber si el rosa es rosa. Chuy, con toda la paciencia que es capaz de tener un semiciego, le respondía que alguien que jamás ha tenido ceguera al color no puede saber lo que alguien con ceguera al color puede o no puede saber. Y normalmente este tipo de respuestas zanjan cualquier asunto.
Pero como iba diciendo, Chuy dedicó los siguientes años a buscar a la señorita. Al pasar el tiempo se fue olvidando del hermoso rostro, de la estatura, de casi todo, exceptuando obviamente el color del vestido. Así que al encontrarse Chuy con alguna bella señorita, lo primero que le decía al acercarse a ella era: Disculpe, ¿de qué color es la prenda que está vistiendo?. Y cuando la señorita no le daba una bofetada por imaginarlo un pervertido, le contestaba cualquier color, salvo el que él buscaba .
Años de búsqueda sin resultados desaniman a cualquiera, Chuy no era cualquiera, pero ciertamente estaba desanimado. Paseaba por el parque, pensativo, cuando de pronto escuchó un ruidito:
Pssst, psssst-decía el ruidito.
-¿Es a mí?-dijo Chuy, buscando el origen del Pssst. Apenas levantó la vista, vio a la señorita más hermosa que jamás hubiera visto en un parque. La señorita vestía de rosa.
-Disculpe-dijo la señorita, quien sostenía un globo con helio- no he sido yo, es que el globo se está desinflando.
Chuy le quitó un trocito de cinta adhesiva a sus anteojos -sí, su vista era de lo peor- y parchó el globo, que ya estaba medio desinflado.
-Muy amable-agradeció la señorita, sonriendo- tiene usted unos ojos preciosos-dijo casi enamorada de ese verde intenso- Mi horóscopo decía que el verde me traería suerte, así que no pude evitar comprar el globo.
-Alguien más sensato simplemente habría vestido de verde-pensó Chuy, todavía impactado con la belleza y el color.
La interminable sucesión de halagos, que en realidad terminaron en enamoramiento, sería fastidiosa de contar. Basta decir que a las pocas horas los enamorados quedaron de ver juntos una película viejita, de esas en blanco y negro. Ella, inmersa en aquellos ojos verdes, estaba encantada de que alguien apreciara aquellas películas.
-Seguro te parecerá extraño, pero soy daltónica, así que al ver películas viejas no siento que me pierda algún detalle- dijo un poco avergonzada.
-Así que eres un bicho raro-contestó él, dándole un besito en la frente.
No es tan irónico el hecho de que haya sido el color quien unió a la, ahora, feliz pareja. Al menos no tanto como el hecho de que el vestido de ella era en realidad azul, y que los ojos de él siempre fueron pardos.